sábado, 20 de junio de 2009

RETALES DE TEXTOS


«En cuanto al mundo espiritual, la mitad superior del ser humano, se rechaza en redondo, se destierra con cierta solemnidad, hasta con odio. El mundo ha proclamado la libertad, sobre todo en estos últimos tiempos, ¿y qué vemos en esta libertad suya? ¡Nada más que la esclavitud y el suicidio! El mundo dice: “Tienes necesidades; dales, pues, satisfacción, tienes los mismos derechos que las personas más nobles y ricas. No temas darles satisfacción, al contrario, hazlas aún mayores”, tal es la doctrina actual en el mundo. En eso ven la libertad. ¿Y qué resulta de este derecho a aumentar las necesidades? Por parte de los ricos, la soledad y el suicidio espiritual; por parte de los pobres, la envidia y el asesinato, pues el derecho de satisfacer las necesidades se lo han dado, mas sin indicarle todavía con qué medios. Afirman que el mundo, cuanto más avanza, tanto más se une, que va constituyendo una comunidad fraterna a medida que se van acortando las distancias y se van transmitiendo los pensamientos por el aire. ¡Ay! No creáis en semejante unión de los hombres. Entendiendo la libertad como un aumento y una pronta satisfacción de las necesidades, deforman su propia naturaleza, pues engendran en sí mismos muchos deseos carentes de sentido y estúpidos, costumbres y quimeras insensatas. Viven sólo para envidiarse unos a otros, para la satisfacción carnal y la presunción. Dar banquetes, viajar, tener coches, dignidades y servidores esclavos, se considera ya tal necesidad a la que se sacrifica hasta la vida, el honor y el amor al prójimo, y hasta se matan si no pueden satisfacerla.»
"Los hermanos Karamázov", de Fiodor M. Dostoyevski.

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