
Aquel hombre tan lleno de experiencia no acertaba sin embargo a discernir, bajo la ambigüedad de las expresiones, la naturaleza de los sentimientos. Labios libertinos y triviales le habían murmurado las mismas frases que Emma le decía, por cuya causa sólo creía de una forma superficial en la ingenuidad de ésta.
«Hay que tener cuidado —pensaba— con las frases exageradas que sólo encubren sentimientos mediocres». Rodolphe sabía bien que la exuberancia de sentimientos más poderosa se desbordaba a veces en las más vanas metáforas, puesto que nadie puede nunca traducir adecuadamente en palabras la medida de sus deseos, de sus ideas, o de sus sufrimientos, ya que la palabra humana es como el cascado caldero, a cuyos sones se hace bailar a los osos cuando se pretende conmover a las personas.”
"Madame Bovary", de Gustave FLAUBERT.
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