domingo, 14 de junio de 2009

RETALES DE TEXTOS

"—¿Se da usted cuenta, amigo mío —prosiguió Derville después de una pausa— que existen en nuestra sociedad tres seres, el clérigo, el médico y el hombre de justicia que no pueden amar el mundo? Visten de negro tal vez porque llevan luto de todas las virtudes, de todas las ilusiones. El más desgraciado de los tres es el abogado. Cuando el hombre va a buscar al sacerdote, lo hace impulsado por el arrepentimiento, por los remordimientos, por creencias que le hacen interesante, que le engrandecen y que consuelan el alma del mediador cuya labor no deja de tener algo agradable: purifica, repara, reconcilia. Pero nosotros los abogados vemos repetirse siempre los mismos sentimientos perversos, nada los corrige, y nuestros despachos son cloacas que nosotros no podemos limpiar. ¡Cuántas cosas he aprendido ejerciendo mi profesión! He visto morir a un padre en un granero, sin medio alguno de subsistencia, abandonado por sus dos hijas a las que había dado cuarenta mil libras de renta. He visto quemar testamentos; he visto madres despojando de todo a sus hijos; maridos robando a sus mujeres; mujeres matando a sus maridos, aprovechándose del amor que les inspiraban para volverles locos o imbéciles a fin de vivir tranquilamente con un amante. He visto madres que han hecho gozar al hijo de su primer matrimonio, placeres que tenían que enviarle a la muerte con el fin de enriquecer al hijo del amor. No puedo decirle a usted todo lo que he visto, pues he presenciado crímenes contra los cuales la justicia es impotente. En fin, todos los horrores que los novelistas creen inventar están siempre muy por debajo de la verdad. Usted va a tener ahora el disgusto de conocer todas esas cosas allí, dijo señalando a París. Yo me voy a vivir al campo con mi mujer. París me causa horror."

"El Coronel Chabert" de Honoré de BALZAC

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