sábado, 1 de octubre de 2011

OPINION.es






"¿POR QUÉ NO ME ESCUCHAS?"

Todos andamos con prisas, a la carrera, y dominados por la impaciencia. Los tiempos y la situación fomentan estos males que devienen contagiosos.
Para hacernos escuchar en medio de la vorágine, no basta con un megáfono; conviene un discurso estructurado, breve, concreto y conciso. Hablar del asunto y orillar la filosofía del asunto, dejando ésta para los foros de reflexión o para el ensayo.
Actuar conforme a tal distinción conduce a la eficiencia en el discurso, pero exige, como condición previa, autodisciplina y orden en el pensamiento y excelencia en el uso del lenguaje.
Es una pena observar cómo se diluyen en la nada exposiciones interesantes, incluso importantes, a causa de la falta de preparación o de la desidia del hablante o escribiente.


Rosa María Torrent

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