lunes, 25 de mayo de 2015

NARIGUT'S CLUB. PREGÓN.


Ayer domingo pasé unas horas muy agradables en excelente compañía.

El Narigut's Club, entidad barcelonesa de notable raigambre en nuestra ciudad, me otorgó el honor de hacer el PREGÓN de su Fiesta Mayor.

La fiesta se celebró en uno de los salones del Hotel Avinguda Palace. Tras el aperitivo se leyó el Pregón, acto seguido disfrutamos del ágape, delicioso por cierto, y después hubo música viva y espectáculo, todo ello aderezado con amenas conversaciones entre los asistentes.

En nombre de todas las gentes de las Letras, mi agradecimiento a los miembros del Club, a su Junta Directiva, y muy especialmente a la Sra. Guilera, Presidenta y al Sr. Estrada, Presidente anterior, tanto por la acogida dispensada como por su constante y expreso apoyo a la literatura, a la música y a las artes en general.

Dejo aquí el texto del Pregón (versión en español por los numerosos visitantes extranjeros que visitan este blog) y algunas fotografías.
















NARIGUT’S CLUB
PREGÓN

Se me ha otorgado el honor de ofrecer el pregón de la FESTA MAJOR del Narigut’s Club, la asociación fundada en Barcelona en 1964, conocida y reconocida no sólo en nuestra ciudad, no sólo en nuestro país sino más allá de sus fronteras, como todos sabemos.

Los 60 de nuestro querido siglo XX fueron densos, excitantes, innovadores, revolucionarios en el sentido más positivo del término… los 60 fueron magníficos. Lo acontecido en ese período y el espíritu que lo animó nos sigue nutriendo hoy, sigue alimentando el colectivo que se halla reunido ahora aquí. El espíritu del Narigut’s Club lo llevan prendido en el corazón cada uno de sus miembros; impregna su manera de actuar, de comprender y de hacerse entender, su manera de hacer, su manera de trabajar y de divertirse, su manera de vivir, en definitiva. Podría decirse que gustan de practicar el “arte de vivir”.

Arte… no podría ser de otra manera. En 1964 nacen, entre otros, Yoko Kanno, compositora japonesa, Pierre Hantaï, clavecinista francés y nace la banda de rock psicodélico Pink Floid; nacen los escritores Dan Brown, estadounidense y Anne Provoost, belga; se estrenan las obras teatrales “Hello, Dolly”, “Después de la caída”, de Arthur Miller y la ópera Don Rodrigo, de Alberto Ginastera. Antonioni estrena “El desierto rojo”, Bergman “Esas mujeres”, Buñuel “Diario de una camarera”, la factoría Disney nos presenta a “Mary Poppins” y vemos a Los Beattles en “Qué noche la de aquel día”. Y es en 1964 cuando Alfonso Paso estrena “Nos venden el piso” y el dibujante Quino nos presenta a Mafalda mientras a Jean-Paul Sartre le premian con el Nobel de Literatura. … ¡Lo que dio de sí, 1964! Y lo que dará.

1964 fue, pues, pródigo; tanto que nace el Narigut’s Club con el propósito de “hacer feliz a la gente”, o lo que es lo mismo mostrar y practicar el arte de vivir; el arte de vivir… con una nariz grande o poniéndole narices a la vida, o ambas cosas.

La nariz ha tenido siempre gran importancia y tener narices es una virtud.

Julio César tenía en su rostro contrastados salientes; entre ellos, su nariz. Una nariz prominente impulsa a tomar decisiones arriesgadas, según se dice en clave morfosicológica. En cualquier caso, que Julio César tenía narices, es indiscutible.

Hasta los ingleses, no obstante ese algo diferente, otorgan a la nariz la merecida relevancia, tanta, que hasta bajo el Arco del Almirantazgo, en Londres, encontramos una nariz pegada al muro. Se dice que está allí en honor al Duque de Wellington cuya nariz era poderosa pero otras fuentes afirman que se trata de una réplica de la nariz de Napoleón. La controversia, poco altera el asunto porque también es público y notorio que tanto Wellington como Napoleón tenían narices.

En clave menos belicosa, Cervantes, cuando se describe a sí mismo presume de apéndice. Dice: “Este que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva aunque bien proporcionada…” Cervantes estaba orgulloso de su nariz y narices no le faltaron, a tenor de su biografía.

Nuestro Santiago Rusiñol tenía una nariz tan grande que le caía sobre el bigote, dicen. Este catalán ilustre, también era, con su toque diferencial y su agudeza, un hombre con narices.

Salvo el caso de Cleopatra y alguna excepción adicional, silenciadas o irrelevantes han sido en la historia las narices femeninas pero sospechamos que las hubo. Hoy en día, doy fe, distinguido auditorio, de haberlas, haylas.

Pero la nariz no sólo es apéndice personalísimo o signo de la medida del arrojo, es un órgano tierno, sensible capaz de percibir lo más sutil y delicado tal como nos recuerda Giuseppe Tomasi de Lampedusa en su novela “El Gatopardo”:
Pero el jardín, comprimido y macerado entre sus límites, despedía fragancias untuosas, carnales y levemente pútridas como los líquidos aromáticos que destilan las reliquias de ciertas santas; el penetrante olor de los claveles superaba al perfume canónico de las rosas y al oleoso aroma de las magnolias, más densos en los rincones; y también se notaba la escondida fragancia de la menta mezclada con el aroma infantil de la mimosa y el olor a confitería del arrayán, y desde el otro lado del muro los naranjos y limoneros derramaban el olor a alcoba de los primeros azahares. Era un jardín para ciegos: allí la vista no encontraba más que ofensas; el olfato, en cambio, un manantial de placeres, si no delicados al menos muy intensos.”

En fin, si no hay una oda a la nariz, debería escribirse.

Al igual que el genio de la lámpara, el espíritu que preside la asociación no gusta de estar encerrado y debe ingeniárselas para salir, para expandirse por la comunidad a fin de impregnarla, de alimentarla asumiendo así una función colectiva. Por ello insto a todos a seguir practicando y mostrando en sociedad el arte de vivir, el arte de ser felices, orgullosos de nuestras narices y con narices. Porque están —estamos— dispuestos a gozar de la vida por narices.

Empiece, pues, la fiesta ¡Feliz celebración a todos!





  

No hay comentarios:

Publicar un comentario