domingo, 16 de marzo de 2014

EDICIÓN. Y sucedáneos.


EDICION, COEDICIÓN, AUTOEDICIÓN. 


Como sabemos, estos conceptos sirven, grosso modo, para distinguir los diferentes tipos de contrato. Sin embargo, la vieja clasificación resulta hoy en día excesivamente simplificada y ello, como mínimo, por dos razones.


La primera y básica o elemental: porque a los contratos-tipo, a los modelos estandarizados, a los formularios que contienen los pactos mínimos necesarios que sirven para regular cada una de las cuestiones se le pueden añadir las cláusulas y condiciones que se deseen con el único requisito de que no contravengan la legalidad vigente.


En segundo lugar, los nuevos tiempos y en consecuencia la dinámica editorial han propiciado el nacimiento de nuevas formas contractuales cuyas variantes, a su vez, se han multiplicado al irrumpir en el mercado decenas de operadores de nuevo cuño en este sector de actividad. No sorprende; los grandes grupos sólo trabajan producto de gran consumo, eso es, etiquetado con nombres que por sí solos garantizan ventas masivas con lo que un importante grupo -importante por el ejército que lo compone-, está tan desatendido como anhelante de hallar dueño.   


Estas nuevas formas contractuales incluso han sido recientemente adoptadas por las otrora editoriales "tradicionales" como un modo de sobrevivir a tiempos difíciles, de manera que al viejo contrato de edición han añadido el de coedición (en menor medida) y el de autoedición. En ambos los límites son suficientemente difusos para encuadrar los diferentes contratos en una u otra categoría.

A ello contribuye, además, la utilización errónea de la denominación por una y otra parte: por editores y autores. Principalmente por los primeros.

Nos aproximamos a la realidad cuando distinguimos:



  • Autoedición propia;
  • Autoedición con arrendamiento de ISBN;
  • Autoedición con arrendamiento de ISBN y arrendamiento de servicios editoriales;
  • Autoedición con arrendamiento de ISBN, arrendamiento de servicios editoriales y arrendamiento de uso de marca (sello editorial)
  • Coedición.

En esta última categoría, en la coedición, la editorial va a desembolsar efectivamente una determinada cantidad de dinero para invertirla en la obra, un porcentaje del coste necesario para ponerla en el mercado y promocionarla. Por supuesto que esto no lo hará jamás sin haber efectuado previamente un análisis concienzudo de la obra (y del autor), sin exhibir a éste un informe de lectura profundo y sin discutir con él a propósito del contenido del libro.
Todo lo que difiera de ésto, en poco o en mucho, es autoedición. Sin paliativos.

Y es autoedición, quienquiera que sea la otra parte y comoquiera denominarlo ésta, cuando el editor habla primero de dinero que de la obra. En la gran mayoría de ocasiones ni siquiera la ha leído ¿para qué?. En general, como mucho algún becario ya le habrá echado antes un vistazo por encima para comprobar que el texto no tenga faltas de ortografía a fin de no tener que corregir y generar un sobrecoste (al autor) y que pueda enviarse directamente a maquetación. Las excepciones -que haberlas, haylas, aunque pocas- confirman la regla.


Así pues, más que la denominación que se le dé al contrato serán los importes que por cada concepto se exija al autor los que nos dirán si estamos autoeditando o coeditando.

Resulta fundamental distinguir dos casos: si estamos financiando el coste a que asciende la puesta en el mercado de nuestra obra o si estamos financiando adicionalmente a la empresa ofertante.


Téngase además en cuenta que la oferta editorial acompañada de un "lo tomas o lo dejas" es un planteamiento digamos, lógico, cuando lo que se nos pone delante es un contrato de coedición. La aceptabilidad del planteamiento ya es más discutible cuando nos ofrecen una autoedición.


En tal caso, el autor elegirá al prestador de servicios (la editorial) en función del presupuesto que se le presente, de la relación calidad-precio del servicio ofertado, de la proyección, del posicionamiento de la marca (sello) en el mercado y en consecuencia de su mayor o menor presencia en los puntos de venta: librerías y áreas equivalentes en almacenes y grandes superficies.


En última instancia se decidirá caso por caso en función de donde radique, según la obra o según la situación en el momento concreto del pagador (del cliente = el autor), su mayor interés. En la actualidad hay, por fortuna para él, mucha competencia.





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