jueves, 15 de octubre de 2009

OPINION.es: Nobel de Literatura 2009


"No soportamos a los demás ni nos soportamos a nosotros mismos, y los otros tampoco nos soportan”, dice la niña que narra la historia escrita por Herta Müller en Niederungen (En Tierras Bajas. Editorial Siruela). Leer esa frase para alguien que tiene en sus hombros el peso de ser “afuerino”, abre las puertas de la curiosidad.
Mi aproximación personal a la nueva Premio Nobel de Literatura es reciente, pues el año pasado, en el verano sueco, se reunieron en Estocolmo cientos de personas en el primer Congreso de Escritores y Traductores.

Como funcionario del evento tenía dos escritores de habla hispana bajo mi responsabilidad: Rodrigo Rey Rosa y Rosa Montero, ésta última tenía un compromiso en el Instituto Cervantes junto con Herta Müller. De esa manera la Müller entró en el ámbito de mi curiosidad literaria, además es una escritora que comenzó su carrera siendo la voz de la minoría alemana en Rumania. Ya entonces —en los años 80— se rumoreó que ella podría ser laureada con el Nobel.

En Tierras Bajas se centra en los diálogos yuxtapuestos que generan incomunicación, una condición que comienza en el seno de la familia y que luego determina la relación de la persona con el Estado, y peor aún si este es represor como lo fue en la Rumania de Ceausescu.

La génesis de En Tierras Bajas es sólo comparable con la de otros escritores que han sobrevivido dictaduras.

Herta esperó cuatro años la censura rumana, para que finalmente en 1982 se lanzara el libro, pero con amputaciones increíbles. Se tarjó, por ejemplo, la palabra maleta o cofre de viaje y toda alusión a viaje “para evitar que el pueblo sea inducido a dejar su patria”, porque el deambular de la minoría alemana era tabú en la Rumania de Ceausescu.

La versión original, sin cortes del censor, se publicó dos años más tarde en Alemania Federal, donde fue llevada de contrabando, lo que implicó el silenciamiento de la escritora, quien luego se refugió en el país de sus padres.
El libro aludido es una colección de historias en la que hay un texto macizo de más o menos 90 páginas y otros breves, en todos se describe con mucha habilidad la vida de un perdido pueblo, compuesto por alemanes y sito en Rumania; la voz principal es la de una niña. A este primer libro le siguió Tango opresivo.

En ocasión del lanzamiento de su más reciente obra en sueco: Kungen bugar och dödar (Los reyes hacen venias y matan), estuvo en Estocolmo y tuve la oportunidad de ser testigo de un diálogo traducido del alemán al sueco y “como nunca se sabe”… tomé algunas notas en un viejo cuaderno:
—Herta Müller: Yo no digo que el idioma no es importante. Desde el punto de vista de la literatura, es obviamente importante, pero la vida no permite ser aprisionada por el idioma.
Dijo públicamente que no le gustan las entrevistas porque no le agrada hablar de sí misma y tampoco sobre su obra.
—Müller: No le tengo confianza al idioma porque tengo experiencia de que con él se puede hacer mucho daño.
La pregunta obvia era entonces, ¿por qué escribe?, pero Herta no la esperó y siguió diciendo:
—Müller: No elijo los temas de mis obras, ellos me buscan… Si no se “siente”, es mejor no escribir. Hay suficientes libros.
La producción de Herta Müller pasa por varios meridianos. No es sólo literatura de inmigrantes, tampoco es el simple relato testimonial o el drama de los afuerinos o el texto de denuncia. La literatura de la Müller
—según el nuevo secretario permanente de la Academia sueca, Peter Englund— es eso y más. Su poesía y su testimonio pintan el paisaje de los desposeídos.

Si, finalmente, los lectores más conspiradores desean una especulación calificada, puedo terminar diciendo que el Nobel de Literatura 2009 es un homenaje a los 20 años de la caída del muro de Berlín. Una manera de recordar un pasado histórico con más bemoles que claves de sol para evitar tentaciones regresivas. El efecto es doble: Buena literatura y mensaje político subliminal.
Y como yapa, los libros de Herta Müller traducidos al español: En Tierras Bajas (Siruela), El hombre es un gran faisán en el mundo (Siruela), La bestia del corazón (Mondadori) y La piel del zorro (Plaza & Janés).

Por Carlos Decker-Molina, Suecia.

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