sábado, 15 de junio de 2013

RETALES DE TEXTOS


"... y su pecho jadeaba porque había hablado con voz potente. Las trompetas resonaron y los soldados golpearon sus escudos con lanzas y el suelo con los pies y la muchedumbre comenzó a lanzar gritos que se convirtieron en clamores de alegría. Horemheb sonrió y volvió a subir a su carro. Los soldados le abrieron paso por entre la muchedumbre que lo aclamaba. Entonces comprendí que la mayor alegría del pueblo era poder gritar todos a la vez, sin que importara nada lo que se grita ni porqué se grita, pero al gritar con los demás uno se siente fuerte y está convencido de la justicia de la causa por la cual grita. Horemheb estaba muy satisfecho y levantaba los brazos para saludar al pueblo. (... ...) Recomenzó a hablar de su discurso delante del pueblo y yo le dije que prefería el que pronunció en Jerusalén delante de sus tropas, y dijo: -No es lo mismo hablar a los soldados que al pueblo. Mi discurso delante del templo de Sekhmet estaba destinado también a la posteridad porque, seguramente, lo grabarán en piedra. Y en este caso conviene elegir las palabras y lanzar frases que despabilen la cabeza al pueblo y lo impresionen. Puesto que no entiendes una palabra, te diré que mi discurso se limitaba a reproducir las frases que se han dicho siempre al principio de todo conflicto. Para empezar he declarado que la guerra contra los hititas era meramente defensiva y he excitado al pueblo a rechazar al invasor que asola Egipto. En general, todo está de acuerdo con la verdad, pero no he ocultado que me proponía al mismo tiempo reconquistar Siria. En segundo lugar, he declarado que los que me siguiesen voluntariamente no tendrían de qué arrepentirse, mientras que los que viniesen obligados tendrían una triste suerte. Tercero, he afirmado que era una guerra santa y he invocado la ayuda de todos los dioses. En realidad no creo que los dioses de Egipto sean más poderosos que los de los hititas, ni que un país sea más sagrado que otro, pero he leído en todas las proclamas de los grandes faraones de la Antigüedad que es bueno invocar el auxilio de los dioses, y un buen capitán no omite esta formalidad. Al pueblo le gusta y está contento, como has podido ver. Por otra parte, había mezclado hombres míos entre la muchedumbre a fin de dar la señal de las aclamaciones, porque más vale ser prudente. Te habrás fijado en que no he dicho nada de las dificultades que nos esperan porque bastante tiempo tendrá el pueblo de darse cuenta y no sirve de nada asustarlo de antemano. Porque esta guerra será muy dura, ya que no tengo suficientes tropas entrenadas ni carros de guerra. Pero no dudo de la victoria final  porque tengo fe en mi destino."

Sinuhé, el egipcio. Libro 13º (fragmento)

Mika WALTARI

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