“¿Os
dais cuenta, amigo mío —prosiguió Derville después de una pausa—, que hay en
nuestra sociedad tres hombres, el clérigo, el médico y el magistrado, que no
pueden amar al mundo? Visten de negro quizá porque llevan luto de todas las
virtudes, de todas las ilusiones. El más desgraciado de los tres es el abogado.
Cuando el hombre va a visitar al clérigo, va impulsado por el arrepentimiento,
por los remordimientos, por unas creencias que le hacen interesante, que lo
engrandecen y que consuelan el espíritu del mediador, cuya labor no deja de
estar acompañada de una especie de gozo. Pero nosotros, los abogados, vemos
repetirse los mismos sentimientos perversos; nada los corrige. Nuestros despachos
son cloacas que nosotros no podemos limpiar. ¡Cuántas cosas no habré aprendido
en el ejercicio de mi profesión! ¡He visto morir a un padre en una buhardilla,
sin un sueldo ni una malla, abandonado por sus dos hijas a quienes les había
traspasado cuarenta mil libras de renta! He visto quemar testamentos; he visto
madres despojando a sus hijos de todo; maridos robando a sus mujeres; mujeres
matando a sus maridos, aprovechándose del amor que les han inspirado para volverlos
locos o imbéciles a fin de vivir tranquilamente con un amante. No puedo deciros
todo lo que he visto ya que he visto crímenes contra los que la justicia es
impotente. En fin, todos los horrores que los novelistas creen inventar están
siempre por debajo de la verdad. Ya conoceréis cosas bellas. Yo me voy a vivir
al campo con mi mujer. París me produce horror.”
“EL CORONEL CHABERT”
H. de BALZAC
Esta novela no la conocía, pero el fragmento que has colgado ya lo dice todo (te lo copio para mi blog)
ResponderEliminar