miércoles, 22 de julio de 2009

TRAGEDIA EN TARRAGONA


Este blog tiene otros objetivos. Excepcionalmente y porque mi corazón, que hoy está de duelo, así me lo exige, hablaré aquí, ahora, de mis sentimientos. No suelo hacerlo.

Se habla demasiado poco de los bomberos. Nunca oigo hablar de los bomberos. Y poco aparecen en televisión; ese escaparate por el que asoman, hasta el hastío, personajillos y personajes del todo prescindibles en el día a día de nuestra sociedad: miseria y boato. Ese escaparate sólo nos muestra a los bomberos cuando un desgraciado accidente les arrebata la vida.

Héroes, los han llamado, a los muertos; estoy de acuerdo. Héroes, de los que parece que sólo nos acordamos cuando vemos extender la sábana sobre el cuerpo inerte que reposa en la camilla.

Y siempre están ahí, a la espera, dispuestos a salir a batallar contra el fuego cuando la alarma avisa que se ha originado un incendio. Incendio que siempre amenaza la vida: de las personas, de la fauna, de los bosques, de las viviendas que dan cobijo a las familias, de las naves industriales que dan de comer a tantas personas… Estos hombres se enfrentan al fuego, se sumergen en el infierno del incendio: enemigo cruel, traicionero y devastador. Y a veces, como ayer, en esa lucha se dejan la piel.

Alguno puede que diga: es su trabajo y es un trabajo de riesgo. A mí, eso, ni me vale ni me basta. Nunca será, su labor, suficientemente bien pagada. Me da lo mismo que hayan elegido el oficio por vocación o por cualesquiera circunstancias. Están ahí, a la espera, de buen grado o no tanto (me da igual) pero siempre serán ellos, los bomberos, quienes saldrán a batallar y a medir sus fuerzas con las llamas que amenazan la vida, nuestra vida, la de todos. Esta mera disposición, por sí sola, le da, a cada uno de ellos, el merecido título de héroe.

La sociedad tiene en los bomberos un patrimonio valiosísimo del que tal vez no es consciente. Estamos demasiado ocupados para pensar, de vez en cuando, en estos hombres anónimos de los que sólo se habla cuando les ocurre una tragedia. Reflexionemos sobre ello.

Yo les digo: gracias, de corazón, por estar ahí. Acepten, todos los bomberos, mi sincero reconocimiento y mis condolencias en esas tristes jornadas.

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