viernes, 20 de noviembre de 2015

RETALES DE TEXTO


Estoy pasándolo muy bien con la lectura de "LA CINTA ROJA", de Carmen POSADAS.
No, no es una novedad editorial. Carmen POSADAS la alumbró en 2008. Recientemente adquirí un ejemplar de la obra editado por Espada Narrativa el 2010.



Para quienes no lo sepan, "LA CINTA ROJA" es la biografía novelada de Teresa Cabarrús, una dama española residente en París cuando tuvo lugar la Revolución Francesa.
Carmen POSADAS recrea, en primera persona, la vida apasionada y llena de claroscuros de Teresa Cabarrús -dice el editor-. Y así es.


Paralelo a la fascinación que en el lector produce la vida tan intensa como aventurera de la protagonista, la extraordinaria labor de la autora en cuanto a documentación y que subyace en cada página nos permite ir transitando por todo el período histórico, convulso e intenso también, y nos aporta información y datos quizá a veces ignorados u olvidados.

El pasaje que transcribo me arrancó una sonrisa. Añado que estamos ante una jovencísima Teresa Cabarrús.



"Como ya había empezado a apuntar más arriba, el año 1787 trajo dos visitas, o, mejor dicho, tres. La de mi padre y el señor Moratín por un lado, y la de un muy sensato Cupido, por otro. Este último no vino acompañado ni de música de violines ni de coros celestiales ni de dolorosas flechas. Al contrario, apareció en mi vida una tarde de otoño sin ninguno de sus proverbiales atributos y armas. Se trataba en esta ocasión de un joven de aspecto agradable y modales correctos. Tenía el pelo rojizo y la mirada entre desafiante y desconfiada de quienes saben que su posición en la sociedad, sin ser de primer rango, es confortable y goza de un cierto prestigio. No era ni demasiado inteligente ni demasiado torpe, ni guapo ni feo, ni alto ni bajo, una perfecta medianía, pero una medianía cómoda. Eso me dijo un día madame Boisgeloup a propósito de él: Y la comodidad, niña, es algo muy agradable con lo que convivir transcurrido algún tiempo. Porque los maridos, por si no lo sabes, ma belle, son como el calzado. Entre un bello zapato de fiesta de puntera y tacón fino y una pantufla, todo el mundo prefiere en principio lo primero ¿verdad? Sin embargo, a la larga, te aseguro, son más felices los que eligen pantuflas. De hecho, esto es algo que las mujeres deberíamos aprender de los hombres. Mira a tu alrededor y lo comprobarás. Si funcionan tan bien los matrimonios de conveniencia es precisamente por eso. Ellos procuran elegir entre las candidatas 'convenientes' a las más confortables, las más cómodas, las más 'pantuflas'. Y es que la belleza, el desasosiego, en otras palabras: la dulce tortura de una horma difícil, ya la buscan ellos fuera del matrimonio. Nosotras, por nuestra parte y si somos inteligentes, niña mía, deberíamos, dentro de nuestras más limitadas posibilidades, hacer otro tanto."

LA CINTA ROJA
Carmen POSADAS
Fragmento



  

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